La planta baja del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Santiago sitúa las comisiones chilenas de verdad y reconciliación en un contexto internacional. La exhibición destaca la universalidad de los derechos humanos al ubicar los informes Rettig y Valech entre más de treinta otras comisiones de verdad en sociedades que transicionaban desde guerras civiles o regímenes dictatoriales. La exposición sobre el régimen militar en Chile comienza en el segundo piso, avanzando cronológicamente desde las 6 de la mañana del 11 de septiembre, 1973, hasta el retorno a la democracia. La escalera entre los pisos concretiza la necesaria y paradójica tensión entre las reclamaciones universales de los derechos humanos y la especificidad de las violaciones bajo Pinochet, pero también se convirtió en un emblema de la memoria contenciosa de la dictadura militar. Las dos imágenes que flanquean el ascenso –una de mujeres acomodadas que llamaban a la intervención militar y la otra de Víctor Jara marchando junto a los trabajadores manifestantes– son el único reconocimiento a la tensión durante la Unidad Popular. La discusión sobre cuándo y cómo iniciar la historia contada por el museo, es un ejemplo a menor escala de una preocupación más amplia de la historiografía y memoria chilena. En medio de las legítimas inquietudes sobre la falta de trasfondo histórico del museo, los llamados al “contexto” realizados por la derecha política reflejaban un énfasis estratégico en la violencia de los años previos al golpe que había emergido, en particular, alrededor de la época del arresto de Pinochet en Londres. En respuesta a esta narrativa que anclaba la memoria del régimen en la década de los 60 e inicios de los 70, un grupo de historiadores contestó con un manifiesto en 1999. El Manifiesto de Historiadores argumentaba que poner el énfasis en la década anterior al golpe no solo transfería implícitamente la culpa de las posteriores viola- ciones a los derechos humanos a las víctimas de la dictadura, sino que además perdía de vista la imagen general. Los signatarios del documento insistían en que el contexto adecuado para comprender el conflicto político de comienzos de los 70 eran las tensiones de largo plazo entre el mando oligárquico y los movimientos políticos y sociales que se remontaban a principios de siglo. El museo y sus controversias son emblemáticos de la articulación particularmente chilena de los derechos humanos y su relación intrínseca con la memoria y la historia del régimen militar. La memoria exconscripta pone al descubierto las limitaciones de este paradigma compuesto y cambiante. Revela el potencial efecto silenciador del marco de los derechos humanos y la insuficiencia de la lucha por la memoria para dar sentido al recuerdo del servicio militar.
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